La temporada 2024-2025 del Museo Reina Sofía se ha marcado como un hito en la historia del arte contemporáneo, destacándose no solo por su mirada vanguardista, sino también por un firme compromiso con la visibilidad y el reconocimiento de las artistas mujeres, un área tradicionalmente marginada dentro de las instituciones culturales. Bajo la dirección de Manuel Segade, el museo ha decidido profundizar su enfoque en la igualdad de género, lo que constituye una de las grandes apuestas del nuevo rumbo que el museo está tomando.
Uno de los principales ejes de la nueva programación es la inclusión de una mayor cantidad de artistas mujeres, en especial aquellas que han sido históricamente invisibilizadas en los grandes recintos de arte. En este sentido, el Museo Reina Sofía ha decidido abrir sus puertas de par en par a nombres como Soledad Sevilla y Marisa González, dos mujeres pioneras en el arte contemporáneo español que, a pesar de su relevancia, no habían recibido la atención que merecían en este espacio. Ambas artistas, galardonadas con el Premio Velázquez, tienen ya una importante retrospectiva en la programación de este año, lo que es una clara declaración de intenciones por parte de Segade: la visibilidad de las creadoras debe ser una prioridad.
La apuesta por las mujeres no se limita solo a artistas ya consagradas, sino también a aquellas que están abriendo nuevos caminos dentro de las artes contemporáneas. Un ejemplo claro es la exposición de Laia Estruch, una joven artista emergente que, según Segade, ocupa un lugar clave dentro del panorama artístico español. Estruch, cuya obra se centra en la creación de esculturas que generan sonidos mediante movimientos corporales, desafía las convenciones y se alinea con la idea de una “partitura física”. Este tipo de propuestas innovadoras reflejan un giro hacia lo emergente, lo experimental y lo multidisciplinario, que también incluyen performance, danza y música en vivo, creando un espacio más inclusivo y diverso para las artistas mujeres.
El programa también refuerza la importancia de las artistas internacionales, particularmente aquellas provenientes de geografías como África y América Latina. En la nueva temporada destaca la muestra de la artista afrodescendiente Grada Kilomba, quien aborda temas como la memoria histórica, el trauma y la intersección de género y raza a través de la performance. Esta es la primera gran exposición de Kilomba en España y, como señala Segade, responde a un renovado interés por las prácticas artísticas que exploran cuestiones identitarias desde una perspectiva decolonial y feminista.
La inclusión de artistas como la libanesa Huguette Caland, cuyas obras de dibujo, pintura y collage exploran temas como el feminismo, la política y el exilio, demuestra la apuesta del museo por ofrecer una mirada global y plural sobre las dinámicas contemporáneas. Al integrar voces y perspectivas internacionales, el Museo Reina Sofía se coloca al mismo nivel de otras grandes instituciones como el MoMA de Nueva York y el Pompidou de París, consolidando su posición como un centro de vanguardia que no solo impulsa el arte español, sino que también crea un diálogo global.
Además de los cambios en la programación, la nueva dirección también está implementando una reorganización del espacio expositivo, que hará que las colecciones permanentes y las exposiciones temporales se presenten de forma más accesible y coherente. Esto incluye la redistribución de las colecciones, de modo que se logre una mayor visibilidad para los artistas y las obras que históricamente han quedado al margen de los grandes relatos del arte occidental, como el caso de las mujeres y los artistas de periferias geográficas.
Este enfoque está estrechamente alineado con los principios de la igualdad de género, ya que se pretende que las narrativas de las mujeres, las minorías y las geografías olvidadas se integren de manera más efectiva en el discurso del museo, superando la tradicional marginalización de estos relatos. El espacio reconfigurado será más que una reorganización física; será una reconfiguración ideológica, que permitirá a las nuevas generaciones de visitantes ver el arte desde una perspectiva más inclusiva y crítica.
El Museo Reina Sofía, con su nueva dirección, se ha convertido en un modelo para otras instituciones internacionales en cuanto a la promoción de la igualdad de género en el ámbito artístico. En un mundo donde la brecha de visibilidad y reconocimiento entre artistas hombres y mujeres sigue siendo notoria, el museo de Madrid ha dado un paso audaz hacia la equidad, visibilizando a artistas mujeres y ampliando su programación a las diversidades de género, raza y cultura.
La decisión de Manuel Segade de aumentar la representación femenina en la programación, al tiempo que se nutre de las voces de artistas jóvenes y emergentes, constituye un ejemplo clave de cómo las políticas de los museos pueden jugar un papel fundamental en la transformación de la percepción pública del arte contemporáneo. Al hacerlo, no solo están contribuyendo a la historia del arte, sino también desafiando las estructuras tradicionales y fomentando una mayor igualdad en el campo de las artes visuales.